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22 de mayo de 2015

Ryszard Szmydki en la Asamblea OMP

Ryszard Szmydki, secretario general de la Obra de la Propagación de la Fe, inauguró ayer la Asamblea Nacional de las Obras Misionales Pontificias con la conferencia “La vida consagrada al servicio de la misión


Ryszard Symydki



Ryszard Szmydki en la Asamblea de OMP España y Jornadas Nacionales de Delegados de MisionesEl padre Ryszard Szmydki, es oblato de María Inmaculada, como religioso y responsable de la institución eclesial más importante de animación y cooperación misionera, afirmó que la misión está escrita en el corazón de cada religioso.






En la conferencia “La vida consagrada al servicio de la misión” el secretario mundial Obra de la Propagación de la Fe comenzó haciendo un recorrido por la historia de los religiosos y la misión. Las órdenes monásticas en la historia de Europa fueron la primera parada de este recorrido, con los monjes irlandeses y su ideal ascético de “peregrinar por Cristo” y los monjes benedictinos que implantaron el modelo monástico de la misión, basado en la cercanía y en la presencia. Las órdenes mendicantes, por su parte, fueron un verdadero redescubrimiento de la identidad evangélica y misionera, con su pasión por anunciar el Evangelio a las gentes.

“En América, en la época del descubrimiento (siglos XVI–XVIII), la misión ha tenido como protagonistas sobre todo a los religiosos: franciscanos, dominicos y jesuitas, que de manera creativa respondían a los nuevos desafíos”, señaló el padre Ryszard. Así nació el convento. Un pequeño grupo de misioneros se establecía en un convento, con algunas familias españolas alrededor y un centenar de indígenas, constituyendo una nueva “aldea cristiana”. También las famosas “reducciones”, introducidas en varios países en oposición al modelo de la conquista, y desarrolladas por los jesuitas en Paraguay, y después en otros países. Esta creatividad también se reflejó en el modelo de adaptación de los jesuitas franceses en América del Norte, un modelo que alcanzó su máxima expresión en Asia, con Francisco Javier y Mateo Ricci.

En el siglo XIX se dio un despertar misionero en la Iglesia, con la proliferación de nuevas Congregaciones e Institutos de vida consagrada. Todos se dedicaban explícitamente o en parte a la misión ad gentes y convirtieron al continente africano en un vasto campo de primera evangelización. Tuvieron como objetivos la adaptación misionera a las costumbres africanas y la formación del clero indígena.

D. Anastasio Gil, director nacional de OMP y
el Secretario General de la Obra de la Propagación de la Fe entre otros.


En cuanto al presente, que “hay que vivir con pasión”, está muy unido al Vaticano II y el decreto Ad gentes que preguntaba a todos los institutos religiosos si podían dedicar “sus fuerzas a las misiones; si pueden comenzar su actividad en las misiones, adaptando, si es preciso, sus Constituciones, fieles siempre a la mente del Fundador; si sus miembros participan según sus posibilidades, en la acción misional” (AG 40). Los religiosos han vuelto a descubrir que la vida consagrada está en su ADN, con una vocación muy fuerte a la misión universal. Así, la consagración es sobre todo para la misión. Con un fuerte carácter profético, como les decía el Papa Francisco: “Espero que despertéis al mundo, porque la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía”.

El futuro pasa por afrontar los desafíos que la misión plantea a la vida consagrada. El Secretario General de la Propagación de la Fe reconocía que “las dificultades que afrontan los Institutos de vida consagrada están relacionadas en gran parte con la fuerte disminución de las vocaciones y con el envejecimiento del personal, sobre todo en el mundo occidental”. Pero, al mismo tiempo, hay que reconocer el gran florecimiento de las vocaciones en las iglesias jóvenes. Entre sus razones está “el entusiasmo de la primera generación cristiana, que se expresa en la coherencia de la vida cristiana, típica de los inicios, y una identidad cristiana más neta de las comunidades que viven en ambientes o culturas no cristianas”.

“A las personas consagradas les ha sido confiada la misión; ellas la han recibido”, porque “la misión está escrita en el corazón de su vida religiosa”. Por eso, concluía el padre Ryszard: “Si la vida consagrada tiene aún la esperanza de nueva validez, también en Occidente, la encontrará sólo en la tensión y realización de la missio ad Gentes”.

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