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11 de mayo de 2016

Papa Francisco: Joven, ¿estás insatisfecho? Mira a los misioneros

El Papa Francisco ha elogiado el ejemplo de los misioneros, y los ha propuesto como modelo para los jóvenes insatisfechos de hoy. Ha sido en la homilía de la Eucaristía de Santa Marta de esta mañana, a la que asistido el director nacional de Obras Misionales Pontificias España, Anastasio Gil García.


El Papa En Santa Marta -- L'Osservatore Romano


Los misioneros, “la Gloria de nuestra Iglesia”, respondieron al impulso del Espíritu Santo, que les “obliga” a desgastar su vida. Han “quemado” su vida por el Evangelio renunciando a sus seres queridos, e incluso a una vida larga.


A continuación, la noticia publicada por Aleteia basada en la homilía del Papa Francisco:

La docilidad a la voz del Espíritu Santo que nos empuja a “quemar” la vida por el anuncio del Evangelio incluso a los sitios más lejanos. Esta es la característica de fondo de todos los hombres y mujeres que eligen servir a la Iglesia yendo a la misión. Un aspecto sobre el que el Papa Francisco ha reflexionado hoy en la Misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta.
Una llamada que “obliga”, un empuje irresistible a tomar la propia vida y darla a Cristo, es más, a “quemarla” por Él. Esto es lo que hay en el corazón de cada uno de los Apóstoles. Era el fuego que quemaba el corazón de San Pablo, el mismo fuego que, constata el Papa, arde en “tantos jóvenes que han dejado su patria, su familia y se han ido lejos, a otros continentes, a anunciar a Jesucristo”.

“Obligados” por el Espíritu
La reflexión de Francisco se ha inspirado en la cita de los Hechos de los Apóstoles que cuentan la despedida de Pablo a la comunidad de Mileto. Una escena conmovedora: Pablo sabe, y lo dice, que no verá más a esa comunidad, los presbíteros de Éfeso que ha mandado llamar y que ahora le rodean. Es el momento de ir a Jerusalén y es allí donde el Espíritu lo conduce, el mismo Espíritu que es dueño absoluto de su vida, que siempre lo empujó al anuncio del Evangelio, afrontando sufrimientos y dolores.
“Creo, observa el Papa, que esta cita evoca a nuestros misioneros” de todas las épocas: “Iban ‘obligados’ por el Espíritu Santo: es una vocación. Y cuando, en aquellos lugares, vamos a los cementerios y vemos sus lápidas: muchos murieron jóvenes, siendo menores de 40 años. Porque no estaban preparados para las enfermedades de aquellos lugares. Dieron la vida jóvenes: han ‘quemado’ la vida. Pienso que ellos, en esos últimos momentos, lejos de sus patrias, de sus familias, de sus seres queridos, habrán dicho: ‘Valía la pena por todo lo que he hecho!’”.

Misioneros, la gloria de la Iglesia
“El misionero va sin saber lo que le espera”, insiste el Papa, que cita la despedida de la vida de San Francisco Javier narrado por José María Pemán, escritor y poeta español del siglo XX. Una página que evoca a la de San Pablo: “Sólo sé, dijo el Apóstol en su discurso de despedida, que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me atestigua que me esperan cadenas y tribulaciones”. “El misionero sabe que no le será fácil la vida, pero continúa adelante”, comenta Francisco que se conmueve pensando en los apóstoles de hoy.
“Nuestros misioneros, estos héroes de la evangelización de nuestros tiempos. Europa, que llenó de misioneros otros continentes… y que se iban para no volver. Creo que es justo que hoy agradezcamos al Señor sus testimonios. Es justo que hoy nos alegremos de tener estos misioneros, que son verdaderos testigos. Pienso en como fue el último momento de estos: ¿Cómo pudo ser la despedida? Como Javier: “He dejado todo ¡pero valió la pena!”. Anónimos, se fueron. Otros mártires, es decir, ofreciendo la vida por el Evangelio. ¡Estos misioneros son nuestra alegría! La gloria de nuestra Iglesia!”.

Jóvenes “quemad” la vida por causas nobles
Una cualidad del misionero, por tanto, es la “docilidad”, dice Francisco, concluyendo con una oración: que a pesar de la “insatisfacción” que captura a “nuestros jóvenes de hoy”, la voz del Espíritu Santo “les obligue a ir más allá, a ‘quemar’ la vida por causas nobles”.

“Yo quisiera que los jóvenes de hoy que no se sienten a gusto, ‘que no son felices con esta cultura del consumismo, del narcisismo…’ ‘¡Qué miren al horizonte!, ¡qué miren a nuestros misioneros!’. Rezad al Espíritu Santo que les obligue a caminar lejos, a ‘quemar la vida’. Es una palabra un poco dura, pero la vida vale la pena vivirla bien, ’quemarla’ en el servicio, en el anuncio y seguir adelante. ¡Esta es la alegría del anuncio del Evangelio”.

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