• JORNADA DE VOCACIONES NATIVAS 2024


    Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros
  • ENCUENTRO DE JÓVENES 2024


    ¡Apúntate!
  • MEMORIA DE ACTIVIDADES


    Mira todo lo que hicimos en 2022
  • MEDITACIÓN DIARIA


    ¡Reza con nosotros por las misiones!
  • SUPERGESTO


    La revista para jóvenes, ahora en formato 100% digital

14 de mayo de 2018

Testimonio Misionero de la Hna. Elizabeth Páez, calasancia

El pasado 7 de Abril, tuvimos el testimonio en el Festival de la Canción Misionera, de la Hna. Elizabeth Páez. Una experiencia misionera que contagia a todos los que se sienten con inquietudes misioneras. 

LA HUELLA DE INDIA 

El pasado 1 de julio embarqué junto a M. M. Carmen Sánchez hacia la India. 


Comenzaba así mi experiencia de conocimiento y acercamiento a esta realidad congregacional tan diferente para quienes hemos nacido fuera de esta cultura. 



Fueron unas cuantas horas de vuelos para poder llegar a Ranchi (capital de Jharkand) a nuestra casa de formación. Nos recogieron en el aeropuerto M. Theresse y Shanti (una de las novicias) en una especie de “taxi” (algo parecido a una moto con un carro donde entran varias personas). 


Estábamos agotadas (el viaje, el cambio de hora, el clima), no obstante lo primero que me llamó la atención fue el modo de conducir: todos se cruzaban por delante, por los lados (personas, motos, coches, animales), se avisaban de los cambios por medio del claxon y allí nadie parecía chocarse con los demás. Dentro del caos percibía un cierto orden natural en el que todos parecían respetar su espacio. Verdaderamente me admiraba su manera de circular por la calle y los buenos reflejos que tenían para frenar a milímetros de distancia del de delante y no llegar ni a tocarse. 


Al llegar a la casa de formación nos estaban esperando las formandas (candidatas, postulantes y novicias) junto con M. Punam. Allí nos dieron la bienvenida a través de un rito muy sencillo y cercano que personalmente me hizo sentir en casa. 



Viven en la casa de formación (hasta este momento) trece candidatas (Binita, Mary, Dipika, Joti, Divia, Eliz, Monica, Maduri, Dipika, Riky, Sushanti Mukti y Sosan); seis novicias: tres de reciente ingreso (Sonam, Anuja, Brijite) y tres de segundo curso (Anima, Rajini y Shanti), MM. Mari Carmen, Theresse y Punam (desde el 16 de julio, M. Rita). Al principio me bailaban los nombres, todas me parecían iguales pero con el pasar de los días fui empezando a ponerles rostro y nombre a cada una. Viví con ellas mis primeros quince días. Me ayudaron a centrarme y a adaptarme un poco a la realidad. Pasaba muchas horas entre ellas, al principio no me dejaban recoger, ni ayudarlas a limpiar (para ellas yo era una huésped). Los primeros días dejé que la cosa siguiera así pero poco a poco me fui ganando un hueco y pasé de ser la hermana huésped a ser una más en el grupo. Esto me permitió acercarme un poco más a su cultura, escuchar su lengua, dar pequeños pasos con el inglés, aprender alguna danza, dejarme vestir y peinar por ellas… 



Durante esos quince días que estuve allí hacía lo que buenamente podía, teníamos la misa a las 5.30, rezábamos, desayunábamos y luego algunas de ellas tenían clase fuera, otras inglés en casa. Durante este tiempo me costó un poco parar, me dediqué a leer algunos libros que Mari Carmen me dejó. Aquí experimenté la sensación de que el tiempo era eterno. Algo tenía que empezar a comprender si quería pasar por esta experiencia y que ella pasara a su vez por mí: que el tiempo era el marcado por ellos y yo era la que debía caminar a su ritmo. Recuerdo como anécdota un día que oí que me estaban llamando y fui corriendo a ver qué pasaba, y al llegar al sitio una de las candidatas me dijo algo así: “sister, no hace falta que corras, aquí nunca corremos”. Efectivamente, aquí no corren, todo el tiempo es suyo, está a su disposición. Mi misión en la casa de formación fue aprender a estar sin hacer nada la mayor parte del tiempo, en algunas de las tardes que viví allí las dediqué a enseñarles la canción FM dijo sí para que la aprendiesen y algunas canciones en español. 


Mi segundo impacto en la India me lo llevé cuando salí a la calle, qué realidades, qué variedades y una única sensación, Dios estaba presente en medio de ellos. Ante mis ojos veía una ciudad caótica, sin embargo para ellos esta era su manera de vivir. Me impactó mucho la mirada de algunas mujeres y la variedad de colores de los uniformes de los niños. Además de la suciedad de las calles y de la contaminación acústica que era tremenda. 

Así, entre las jóvenes, los libros, la dificultad de la lengua y la realidad de fuera de la comunidad pasé esas primeras semanas feliz en medio de esa realidad. Miro a las hermanas que viven en Ranchi desde fuera (y ahora un poco más de cerca) y descubro bastante vida entregada en silencio, poco a poco, aceptando las dificultades que se van presentando e intentando darles respuesta. Aún en medio de todo ello las veo felices y aportando (como cada una de nosotras en cualquier parte donde estamos) lo que buenamente pueden y tienen. 

El día 16 de julio, en compañía de M. Inés y de M. Punam (que acababa de ser trasladada) salimos para la comunidad de Derang. Sabía que allí me iba a encontrar con niñas del Hostel, que estaba la escuelita, que todo era muy sencillo, pero la realidad de lo que vi me sobrecogió. Era un día caluroso de tormenta, en el camino sólo se veían algunas personas, todo campo, un verde precioso que me evocaba muchos recuerdos (en cierto modo a la vegetación de Uruguay y a algunas zonas de Galicia). Después de casi dos horas en coche desde Ranchi en el coche de Namjam (es un buen colaborador de las hermanas y las traslada con su coche cuando ellas le necesitan) llegamos a Derang. 


Allí estaban las niñas del Hostel, esperándonos para darnos la bienvenida. El mismo gesto de acogida que había vivido en Ranchi lo veía nuevamente en estas pequeñas. Junto a las niñas estaban MM. Jeanette, Ashrita y Suni para acogernos. Terminado todo el rito de acogida, rezamos, cenamos y nos fuimos a dormir. 



Era mi primera noche en Derang, me sentía invadida por un misterio que me hacía sentirme pequeña. No podía contener las lágrimas, había allí más de Dios de lo que yo me podía imaginar. 



La sencillez, la mirada de esas niñas, la alegría de las hermanas en medio de esa realidad, todo me hablaba de Él. Y yo me sentía feliz, descubría que mis lágrimas eran de alegría ante un Misterio que me invitaba a entrar descalza. 


Dos días más tardes llegó Isabel Salvador (cooperante española con la que compartí la experiencia); fuimos a recogerla a Ranchi. Al regresar a Derang las niñas le dieron la bienvenida como lo habían hecho conmigo unos días antes. 


El miércoles 19 nos dieron la acogida en el colegio. Era la primera vez que veía a todo el alumnado y al profesorado junto. Allí estaban todos expectantes y yo también. A partir del jueves 20 empezamos a trabajar ya de lleno con los alumnos, atendíamos un grupo por la mañana y otro por la tarde. Establecimos dos niveles de trabajo, desde infantil hasta 3º de EP y luego el otro nivel desde 4º a 6º de EP (al final de la semana pasaban por nuestras manos los trescientos noventa y dos). 


Como este año es un año especial por el regalo de la canonización del Padre Faustino, M. Inés vio que lo mejor era trabajar las catequesis preparadas por la comisión de pastoral vocacional con ellos. Los días previos a la llegada de Isabel nos leímos las catequesis para poder presentársela a ella. Los primeros días de su llegada, las trabajamos juntas y ya desde ahí empezamos a pensar en qué actividades sencillas podíamos hacer con ellos. No era fácil, el idioma nos presentaba el mayor obstáculo y los medios eran los que teníamos; no obstante nos dividimos el trabajo (ella era del área de inglés y yo del de música). La verdad fue que hicimos un buen equipo, nos complementábamos, ella aportaba el conocimiento más fluido de la lengua y su experiencia como maestra de inglés (desde hace ya muchos años) y yo el carisma y la parte musical. Desde ahí comenzamos a pensar cómo apoyarnos para poder respirar al aire del Instituto y ayudar a otros a hacerlo. 


La experiencia fue muy enriquecedora, los alumnos aprendieron rápido y con ilusión cualquiera de las actividades que les propusimos, incluida la canción de FM dijo sí. Los profesores nos ayudaron mucho, nosotras como podíamos les decíamos en inglés y ellos les traducían a los niños en mundari o en hindi para que lo entendiesen mejor. En esta misión también tuvimos mucha ayuda de M. Punam que cuando podía se venía con nosotras para hacer la traducción simultánea del inglés al hindi. 



Acostumbrada a trabajar al estilo de la escuela en España, la labor educativa en India me resultó mucho más sencilla a la vez que compleja, tenía en un mes que intentar transmitir y contagiar la figura del Padre Faustino sin poder casi comunicarme con las palabras y sin tener muchos medios. No fue nada fácil, podía expresar algunas cosas pero muy mínimas. No obstante los alumnos parecían que nos devoraban con la mirada, lo que a mí me parecía más simple (en cuanto a actividades) para ellos era el “no va más”. Esto me dio la posibilidad de compartir y de aportar únicamente desde mi ser consagrada. Descubrí que existía en mí mucha riqueza escondida que no sabía que la tenía hasta que experimenté el límite. Tuve la sensación (en muchos momentos) de que mi mente se iba volviendo más creativa e iba naciendo otro modo de transmitir vida sin tener que valerme tanto de lo externo, sino más bien de la intuición interior. 



Además de la misión que realizamos en el colegio, también tuvimos algunas actividades con las niñas del Hostel (canciones, juegos, alguna oración). Viven cincuenta y siete niñas ahora mismo. M. Jeanette es la responsable de ellas. Además de las hermanas de la comunidad recibe la ayuda de una profesora que vive en el Hostel Ms. Pritiwanti. Con ellas compartimos mucho de nuestro tiempo, empezando con la eucaristía por las mañanas y terminando con el rezo del rosario por las tardes. 


A su lado aprendí algunas expresiones propias de aquí (en hindi y en mundari) y alguna que otra canción a María también en su lengua. A su vez ellas aprendieron algunas canciones breves en español. Les encanta cantar, tienen muy buenas voces y muy buen oído. 


La vida en Derang al igual que en Ranchi tuvo para mí sus dificultades. Aquí experimenté lo difícil que es no poder comunicarse (especialmente con aquellos que sólo hablaban su lengua nativa); la inclemencia del tiempo (a veces llegaba a llover 5 o 6 días sin parar con algunas tormentas fuertes; mucha humedad, casi no salía el sol, y en otros momentos hacía un calor que aplastaba); los sinfín de animalitos inofensivos y otros no tanto ante los que había que cuidarse; las precariedades propias de vivir en el bosque: aquí por más que quisiéramos en mucho de los momentos quedábamos incomunicadas, no llegaban las señales para el internet ni entraban ni salían llamadas. Había días que teníamos señal y la aprovechábamos pero en otros muchos momentos no. Descubrimos que a 15 minutos de nuestra casa en la mitad del camino llegaba un poco la señal y a veces íbamos hasta allí para ver si podíamos escribir, pero muy difícil la comunicación con los móviles aquí. A veces teníamos luz eléctrica, pero en muchos momentos se cortaba y nos manejábamos con unas lámparas. Aún así, a pesar de todas estas dificultades puedo decir que he sido feliz en medio de esta misión durante este tiempo. Descubro en ella una realidad y una cultura compleja pero apasionante, muy sencilla y profunda. 


Esta ha sido mi experiencia en India. Un tiempo que lo he vivido como un regalo del Señor. Sólo siento en mi corazón un agradecimiento grande. En primer lugar al Señor que fue quien me trajo a esta tierra y aquí me tocó el corazón. A la hermanas de Ranchi y de Derang por su acogida, cariño y cercanía todo el tiempo que estuve entre ellas. Gracias por permitir y favorecer que me sintiese en casa desde el primer momento. 




A la comunidad educativa del colegio de Derang por su disponibilidad y colaboración durante el tiempo compartido; a Isabel Salvador por todo lo que aprendí a su lado compartiendo misión y al Instituto por haberme regalado la oportunidad de vivir esta experiencia y posibilitarme conocer otra forma de vivir el carisma calasancio. Gracias! 


                            M. Elizabeth Páez

0 comentarios :

Publicar un comentario

Te pedimos que seas respetuoso con los comentarios a este blog que está dedicado a la animación misionera.