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29 de octubre de 2014

Con Fernando Redondo, renace la alegría

Una vez pasada la jornada del DOMUND, es interesante el testimonio que nos dió Fernando Redondo, misionero de la diócesis, actualmente párroco de San Fortunato en Leganés. La publicamos, porque nos parece que su vida es la alegría misma del Evangelio al servicio de los demás.   

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“La misión sería incompleta sin la celebración de los sacramentos”


“Cuando me sentí llamado al ministerio sacerdotal, supe que Dios me quería misionero. El ofrecimiento de esta vida, en medio de los más necesitados, sería incompleto si no les anunciara la Palabra y celebráramos los sacramentos, que son fuente y origen de toda vida plena en Jesucristo”.

Fernando Redondo es un misionero de la OCSHA, en la Prelatura de Lábrea en Brasil desde allí manda su testimonio misionero:

"Renacer la alegría es renovar cada día con ánimo e ilusión mi vocación misionera sacerdotal. Cuando me sentí llamado al ministerio sacerdotal, sentí que Dios me llamaba a ser sacerdote–misionero. Por eso siempre tuve claro que ser sacerdote para mí era entregar toda mi vida a Dios, en el servicio a los más pobres y necesitados, siguiendo el ejemplo de Jesús. La vida misionera me ofrecía y me sigue ofreciendo la oportunidad de vivir CON ALEGRÍA mi ministerio sacerdotal.


Todo esto se ha hecho realidad a lo largo de mi vida sacerdotal y de manera especial en los casi 15 años de misión por tierras brasileñas y muy concretamente en los últimos siete años en medio a las comunidades ribereñas e indígenas de la Prelatura de Lábrea en el corazón de la Selva Amazónica.

Que mayor alegría que la de poner toda tu vida a disposición de la misión, en medio a estas poblaciones necesitadas en todo, apoyándolas en su lucha por la defensa de sus tierras, de su dignidad y sus vidas amenazadas por los que solo buscan el lucro y el poder. Y más alegría aún por tener la certeza que todo este compromiso nace del imperativo evangélico, tal como el proprio Jesús dice en el evangelio de Jn 10,10: “He venido para que todos tengan vida y vida abundante”. Por supuesto el ofrecimiento de esta vida sería incompleta y la alegría a medias si junto a todo este compromiso en defensa de la vida no les ofreciéramos, a través de la Palabra y la celebración de los sacramentos, al que es fuente y origen de toda vida Plena:  JESUCRISTO MUERTO Y RESUCITADO! ¡ESTA ES LA FUENTE DE MI ALEGRÍA!

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