Con el lema “Yo soy uno de ellos”, se pretende iniciar a los niños en la certeza de que no hay distinción entre unos y otros, y que, por tanto, no puede haber discriminación entre ellos. Quienes por la fe y el bautismo se han incorporado a la Iglesia tienen el deber de vivirlo y hacérselo llegar a quien aún no lo sabe. El que así lo hace se convierte en un “pequeño misionero".
Objetivos
1. Presentar a los niños la humanidad como una familia donde no hay distinción de personas, dentro de la diversidad, y descubrirles que Dios quiere que todos tengamos un mismo corazón.
2. Despertar en ellos la alegría de reconocerse como “uno más” en el conjunto de esa humanidad, así como el deseo de colaborar para que todos los niños tengan las mismas oportunidades.
3. Suscitar en los niños — ¡y en los mayores!— el deseo de compartir con los demás, mediante la oración y la ayuda económica, la alegría de ser “misioneros” de Jesús.
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