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15 de octubre de 2015

Testimonio de José Aurelio Rosado Hoyo, Misionero en Alemania

EUROPA: LA FRIA FRONTERA DE LA FE.


P. José Aurelio Rosado,
Misionero de nuestra Diócesis

1.- Una primera impresión.

Mi habitación es muy alemana, es decir: bonita, acogedora, íntima; todo invita a quedarse en ella disfrutando de una buena lectura o de una buena película. Mi habitación tiene un amplio ventanal con vistas a un jardín. Al fondo, una tupida fila de árboles protege la intimidad. El día está oscuro. Las nubes desfilan por el cielo dando a la ciudad ese color plomo que anuncia que ya está aquí “der schwirige Oktober”. En Aachen, la ciudad donde vivo y desde la cual os escribo este artículo, llueve mucho. La diferencia entre el invierno y el verano es que en verano la lluvia es caliente. Ahora bien, en esos pocos días que brilla el sol… Sie ist echt schönn!!! ¡Es verdaderamente bonita! Queridos lectores, un afectuoso saludo desde Alemania. 

Aachen, la ciudad donde ejerzo el ministerio, es una ciudad pequeña (290,000 hab.), muy bonita, muy histórica y muy estudiantil. Aquí se encuentra una de las más importantes universidades técnicas de Alemania: la R.W.T.H. Cerca de 50,000 alumnos de todo el mundo se forman aquí en todas las posibilidades de la técnica y de la ingeniería. Pasear por la Pontstrasse a la caída de la tarde permite hacerse una idea de la variedad de países y lenguas que se dan cita en esta universidad. El ambiente es alegre. 

En estas reuniones se habla de todo, menos de Dios. Una de las cosas que llaman la atención a los estudiantes cristianos que llegan a esta universidad, como me llamó la atención a mí, es que el ambiente que se respira en la vida normal de las personas es a-religioso. No solamente en la universidad, también en la vida y el ambiente social de la gente, lo normal, lo obvio, lo sensato y racional es no creer en Dios. 

Así es. Lo normal, lo básicamente asumido por casi todo el mundo es que no hay Dios. Y de haberlo, seguramente está metido en su despacho y tiene cosas más importantes que hacer que ocuparse de nosotros. 

Pero no hablo de un ateísmo agresivo. Uno no encuentra aquí esa decimonónica y palurda agresividad anti-cristiana que se ve a veces en España. Lo que se percibe aquí es indiferencia. Esta indiferencia ante lo religioso cristiano es como una escacha que lo hiela todo. No hay agresividad contra Dios. El tema sencillamente no interesa. El estado cubre todas las necesidades, por tanto la hipótesis de la existencia de Dios es superflua. Hablar de Dios en el ambiente normal de muchas personas es como querer vender seguros agrícolas en el Hall del aeropuerto internacional de Frankfurt. ¡Pintoresco! El anuncio de Dios no choca contra la oposición o el rechazo. Sencillamente se desvanece en la niebla del desinterés y la indiferencia. De ahí el título que he puesto a este artículo: “la fría frontera de la fe”. 

2.- No es el paraíso.

Aunque el estado asegura en gran medida la vida de los alemanes, no parece que estemos en una sociedad feliz. Algo no va bien. Veamos datos recogidos recientemente en el Aachener Zeitung, uno de los periódicos locales de Aachen.

Noticia. Según los pronósticos, uno de cada dos alemanes residentes en Nord Rheinnland Westfallen, nuestro Land, precisará de atención psicológica para superar la depresión. Otra noticia: el “Burn out” crónico se está convirtiendo en un serio problema entre los profesionales de elevada capacitación profesional. Los más afectados son los que se encuentran entre los 40 y los 55 años. De cada cuatro profesionales que entran en estado de “Burn out” crónico, tres son mujeres. El diario, naturalmente, enfocaba el tema desde el aspecto del coste económico que eso supone para la economía alemana, ya que pasan a ser automáticamente clases pasivas. 

Otros temas importantes: soledad, suicidios, alcohol, familias rotas, vacío existencial… esto no es Wunderland. Y lo que afecta a la sociedad en general, afecta de manera muy especial a la comunidad de lengua española, ya que muchos, además de estos problemas, tienen la dificultad del idioma. 

3.- La misión.

Fuera clichés. La misión ya no es (solo) el Amazonas. 

La misión, el concepto de misión ha cambiado. Hasta hace relativamente poco tiempo, las misiones de lengua extranjera se entendían a sí mismas como un espacio de integración social. Se medía la eficacia misionera en función de la acción social realizada. 

La segunda generación, ya integrada en la vida alemana, dejó de necesitar esa función social y abandonó la misión. Un alto (muy alto) porcentaje de esta segunda generación, los que llenaban las catequesis y tocaban la guitarra en las misas, ha abandonado la práctica religiosa y se han salido de la Iglesia Católica. 

4.- Mi experiencia y mi reflexión.

Mi primer contacto con la realidad alemana tuvo lugar cuando llegué para hacer un curso de alemán de unos cuantos meses, en el año 2011, en Kreuzberg, Bonn. Pasado un tiempo me ofrecieron sustituir al sacerdote benemérito que había estado casi 35 años en Aachen y que se retiraba.. Además, pertenezco al movimiento de Schönstatt, y muchos de mis hermanos sacerdotes son alemanes. Por tanto, ya estaba informado. 

Tras una primera toma de contacto entendí que mi primera tarea tenía que ser transformar la “Misión Española” en la “Misión de Lengua Española”. No han faltado las dificultades, pero hemos logrado crear un ambiente acogedor en el que todos, españoles, hispano-americanos y alemanes (20 por ciento del total), se sienten integrados. Somos una comunidad internacional. 

El segundo reto que hubo que afrontar fue fortalecer la fe tanto de los antiguos como de los nuevos inmigrantes, así como de los alemanes que están con nosotros. Esta fragilidad en la fe no solo se debía a la falta de conocimientos, incluso de los más básicos, sino también y sobre todo, a la falta de una fe concreta, práctica, vivida. 

Además había y hay una seria falta de vinculación afectiva y efectiva con la Iglesia. En esto, nuestra comunidad comparte la situación de la Iglesia alemana en general. Como dato de muestra: este año pasado se dieron de baja de la Iglesia católica 210,000 fieles. De las comunidades evangélicas 430,000 fieles. Y los católicos hemos perdido un millón de fieles en estos cinco últimos años. Y no se ve cambio de tendencia.

¿Cómo responder a este problema a nivel de nuestra pequeña parroquia? Entendí que uno de puntos importantes de vinculación tenía que ser la celebración litúrgica. Dada la naturaleza de nuestra parroquia, estamos dispersos por todo el obispado, solo puedo tener conmigo a mis feligreses los domingos para la misa, y poco más. Por eso, la misa del domingo tenía que convertirse en un punto importante de nuestra vida comunitaria y de la catequesis. 

Tenemos una misa sencilla pero bien celebrada, con belleza en las ceremonias y en los cantos, sin experimentos ni excentricidades. Hacemos especial fuerza en el concepto de participación activa, entendido como conocer lo que se está celebrando y unirse interior y conscientemente en la fe al Misterio que allí se hace presente. 

En las homilías se proponen los elementos fundamentales de la fe, haciendo un especial esfuerzo en relacionar esas verdades con la persona de Jesús. Nuestra gente no necesita que nosotros añadamos más dudas que las que ya traen; nuestra gente necesita certezas, pocas, pero bien fundamentadas, que les permitan guiarse en la vida. Naturalmente, las homilías se alargaron a algo más de 15 minutos. Hubo protestas, sobre todo de aquellas personas a las que “se les quemaban las patatas por llegar tarde a casa”. Yo tenía que elegir entre dar formación o que no se quemaran las patatas, y elegí dar formación. Esto supuso alguna que otra protesta y queja en el obispado, pero todo acabó arreglándose. 

He sido testigo de un fenómeno curioso. Mucha gente acudía a la Iglesia católica cuando necesitaba ayuda económica, pero cuando necesitaban rezar, se iban a las comunidades evangélicas (sobre todo a las iglesias evangélicas libres) o a los budistas o lo que fuera. En la Iglesia uno encontraba comida, ropa, etc… pero para encontrar a Dios había que ir a otro sitio. 

También a esto quisimos dar una respuesta. Y hemos encontrado un medio muy novedoso, sencillo y eficaz: la adoración eucarística. Al terminar la misa hacemos una breve exposición con el Santísimo y hacemos adoración durante unos minutos, con toda la solemnidad posible. Esta adoración es en sí misma una catequesis. Con este sencillo acto queremos dar respuesta a una dificultad concreta de nuestros fieles, que lo es también de la iglesia alemana: la debilidad de la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Y como consecuencia, la falta de hambre de Eucaristía. 

Después de la bendición, hacemos una procesión hasta la imagen de María. Allí rezamos en español y en alemán. Este es otro de los puntos que es necesario fortalecer: el papel y la función de María en la Iglesia. 

No quisiéramos colgarnos más medallas de las necesarias, pero puedo decir que, como comunidad, estamos haciendo un buen trabajo. Se ha triplicado la asistencia a las eucaristías. Y esto, dada la tendencia general, ha sido un rotundo éxito. 

Un último paso ha sido hacer de nuestra parroquia una parroquia activa en la evangelización. No solo tratamos de fortalecer la vinculación eclesial y de fe de los que ya están y de acoger e integrar a los que están viniendo. Además hemos querido hacer una apuesta evangelizadora y hemos optado por que nuestra parroquia sea una parroquia abierta a todos los grupos, movimientos y experiencias que hay en la Iglesia de Aachen. 

Estamos en el corazón de Europa, y aquí, debido a la universidad, se dan cita jóvenes que pertenecen a comunidades y espiritualidades de lo más diverso. Hemos querido que nuestra parroquia de lengua española sea un lugar de encuentro y un foro donde todos estos movimientos puedan encontrarse, darse a conocer y, si lo desean, encontrar un lugar físico y “legal” donde arraigar. 

Hemos empezado la experiencia de invitar cada cierto tiempo a alguna comunidad o movimiento. En esa presentación nos hablan de su familia espiritual, de su carisma y de cómo esa vida les ayuda a ser cristianos en su vida diaria. Entre las comunidades que ya nos han visitado se encuentran, el Instituto de Familias de Schönstatt; la comunidad Offenes Herz (Puntos Corazón); el Camino Neocatecumenal especialmente con sus experiencias de familias en misión, (esto es lo más novedoso y estimulante que he podido conocer últimamente). Algunos de estos grupos han arraigado entre nosotros, dando color y nuevas energías a nuestra vida comunitaria. Hay gran riqueza en la iglesia y queremos que esa riqueza se quede también en nuestra comunidad. 

¿Qué más puedo decir? Tan solo una cosa, para mí venir a Aachen y hacer esta experiencia ha sido muy enriquecedor. Esto es duro, pero estimulante. Uno se siente partícipe de una corriente de vida que forjará el futuro de la fe en Europa. Nuestra parroquia tiene ilusión y proyectos para el futuro. 

Me despido como lo hacemos aquí: 
Viele Grüsse und Alles gute!! (Muchos saludos y os deseamos lo mejor)
Pfarrer José Rosado.

1 comentario :

  1. Me alegro muchisimo que este realizando su ministerio con exito, aqui donde muchos no supieron entender le y otros quedamos huérfanos, le echamos mucho de menos.
    Un abrazo, cuanto me gustaria estar alli con Ud.
    Jose Luis

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