TODOS LOS BAUTIZADOS SOMOS
ENVIADOS
Con motivo del DOMUND 2019
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Al acercarse el día del DOMUND me dirijo
a todos vosotros para animaros a renovar nuestra misión de anunciar a
Jesucristo, don y tarea de todo bautizado. Y lo hago en este mes misionero
extraordinario al que nos ha convocado el Papa Francisco.
El
motivo de este mes misionero extraordinario es la celebración del centenario de
la carta apostólica del Papa Benedicto XV, Maximum illud, en la que invitaba a
la Iglesia a un vivir una verdadera renovación en el espíritu misionero. Dice
Francisco a propósito de esta Carta: “La
visión profética de su propuesta apostólica me ha confirmado que hoy sigue
siendo importante renovar el compromiso misionero de la Iglesia, impulsar
evangélicamente su misión de anunciar y llevar al mundo la salvación de Jesucristo,
muerto y resucitado”.
La misión forma parte de la esencia misma de la Iglesia. Todo arranca
del mandato del Señor: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la
creación” (Mc 16,15). Jesús no quiere una fe encerrada en nosotros mismos, sino
que su voluntad de salvación es universal, y la misión del cristiano está en
salir de sí mismo, de nuestro entorno confortable, para anunciar a Jesucristo,
muerto y resucitado, a todos los hombres. El ser propio del cristiano está en
la misión, y en su vida todo lo debe impregnar el espíritu misionero.
El bautismo que nos hace cristianos, hijos de Dios, identificados con
Cristo y miembros de su Cuerpo que es la Iglesia, es un don que hemos recibido
gratuitamente. “Gratuitamente hemos recibido este don y gratuitamente lo
compartimos (cf. Mt 10,8), sin excluir a nadie. Dios quiere
que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, y a la
experiencia de su misericordia, por medio de la Iglesia, sacramento universal
de salvación (cf. 1 Tm 2,4; 3,15; Conc. Ecum. Vat. II, Const.
dogm. Lumen gentium, 48), escribe el Papa en su mensaje para
el Domund de este año. Es el don recibido en el bautismo el que nos capacita
para ser testigos del Evangelio, misionero allí donde estamos y en todo lo que
hacemos.
La misión no es proselitismo, sino acto de amor al hombre y al mundo. Lo
que hemos recibido, el Evangelio, lo damos persuadidos que en él está la
salvación, que en él se ilumina el misterio de la humanidad y encuentra sentido
nuestra existencia, lo que vivimos en el cotidiano. El Evangelio que es
fortaleza y consuelo en la debilidad, que es un futuro abierto a la eternidad,
que es la revelación misma de las entrañas de Dios encarnadas en el Corazón de
Jesús.
El
lema del Domund de este año: “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en
misión en el mundo”, nos recuerda que la Iglesia está en misión permanente,
porque “existe para evangelizar”. Es este su gozo y su corona. Y como dice S.
Pablo: “¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1Cor 9,16). Una Iglesia que no
evangeliza no sirve, la falta del espíritu misionero en la Iglesia y en los
cristianos nos empobrece y nos priva del horizonte de esperanza al que estamos
llamados y que hemos de transmitir a todos.
Hemos de reconocer que en muchas ocasiones este espíritu misionero se ha
debilitado en nosotros, no ha brillado, precisamente, en nuestras comunidades,
por eso, es momento de vivir una verdadera conversión misionera. Dice el Papa: “La
salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia. En
esta línea, los Obispos latinoamericanos afirmaron que ya «no podemos quedarnos
tranquilos en espera pasiva en nuestros templos» y que hace falta pasar «de
una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera». Esta
tarea sigue siendo la fuente de las mayores alegrías para la Iglesia: «Habrá
más gozo en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y
nueve justos que no necesitan convertirse» (Lc 15,7)” (EG, 15).
Estamos llamados a renovar y vivificar el
espíritu misionero en la Iglesia y en cada uno de nuestros corazones, y esto
sólo será posible en el encuentro con Cristo, un encuentro vivo y
transformante, ese Cristo que es contemporáneos nuestro, que nos muestra el
amor del Padre que transforma el corazón del hombre y del mundo. El encuentro con
el Señor nos hará salir de nosotros mismo con renovada pasión, con audacia,
confiados en su gracia y abiertos a su voluntad.
Me gustaría, y así lo pido a Dios, que la Iglesia
que camina en Getafe sea una Iglesia misionera, abierta a la voz del Espíritu,
abierta también a las necesidades de los hombres, nuestros hermanos. Una Iglesia
que no se encierra en nuestras fronteras, sino que se abre a la catolicidad,
dispuesta siempre a salir a cualquier lugar del mundo a anunciar a Jesucristo.
No quiero dejar de recordar con
agradecimiento y cariño a tantos hijos de esta diócesis que viven y trabajan en
lugares de misión lejos de aquí, a los sacerdotes, consagrados y laicos. Qué
Dios os lo pague y haga fructificar todo lo que dais cada día.
“Confiemos
a María, nuestra Madre, la misión de la Iglesia. La Virgen, unida a su Hijo
desde la encarnación, se puso en movimiento, participó totalmente en la misión
de Jesús, misión que a los pies de la cruz se convirtió también en su propia
misión: colaborar como Madre de la Iglesia que en el Espíritu y en la fe engendra
nuevos hijos e hijas de Dios” (Mensaje del Papa Francisco para el Domund 2019).
Con mi afecto y bendición.
+ Ginés, Obispo de
Getafe
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