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14 de octubre de 2019

Carta con motivo del DOMUND 2019, por D. Ginés García Beltrán, Obispo de la Diócesis de Getafe




TODOS LOS BAUTIZADOS SOMOS ENVIADOS
Con motivo del DOMUND 2019


  Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

      Al acercarse el día del DOMUND me dirijo a todos vosotros para animaros a renovar nuestra misión de anunciar a Jesucristo, don y tarea de todo bautizado. Y lo hago en este mes misionero extraordinario al que nos ha convocado el Papa Francisco.
 
      El motivo de este mes misionero extraordinario es la celebración del centenario de la carta apostólica del Papa Benedicto XV, Maximum illud, en la que invitaba a la Iglesia a un vivir una verdadera renovación en el espíritu misionero. Dice Francisco a propósito de esta Carta: “La visión profética de su propuesta apostólica me ha confirmado que hoy sigue siendo importante renovar el compromiso misionero de la Iglesia, impulsar evangélicamente su misión de anunciar y llevar al mundo la salvación de Jesucristo, muerto y resucitado”.

      La misión forma parte de la esencia misma de la Iglesia. Todo arranca del mandato del Señor: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Jesús no quiere una fe encerrada en nosotros mismos, sino que su voluntad de salvación es universal, y la misión del cristiano está en salir de sí mismo, de nuestro entorno confortable, para anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a todos los hombres. El ser propio del cristiano está en la misión, y en su vida todo lo debe impregnar el espíritu misionero.

     El bautismo que nos hace cristianos, hijos de Dios, identificados con Cristo y miembros de su Cuerpo que es la Iglesia, es un don que hemos recibido gratuitamente. “Gratuitamente hemos recibido este don y gratuitamente lo compartimos (cf. Mt 10,8), sin excluir a nadie. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, y a la experiencia de su misericordia, por medio de la Iglesia, sacramento universal de salvación (cf. 1 Tm 2,4; 3,15; Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 48), escribe el Papa en su mensaje para el Domund de este año. Es el don recibido en el bautismo el que nos capacita para ser testigos del Evangelio, misionero allí donde estamos y en todo lo que hacemos.

   La misión no es proselitismo, sino acto de amor al hombre y al mundo. Lo que hemos recibido, el Evangelio, lo damos persuadidos que en él está la salvación, que en él se ilumina el misterio de la humanidad y encuentra sentido nuestra existencia, lo que vivimos en el cotidiano. El Evangelio que es fortaleza y consuelo en la debilidad, que es un futuro abierto a la eternidad, que es la revelación misma de las entrañas de Dios encarnadas en el Corazón de Jesús.

  El lema del Domund de este año: “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”, nos recuerda que la Iglesia está en misión permanente, porque “existe para evangelizar”. Es este su gozo y su corona. Y como dice S. Pablo: “¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1Cor 9,16). Una Iglesia que no evangeliza no sirve, la falta del espíritu misionero en la Iglesia y en los cristianos nos empobrece y nos priva del horizonte de esperanza al que estamos llamados y que hemos de transmitir a todos.

   Hemos de reconocer que en muchas ocasiones este espíritu misionero se ha debilitado en nosotros, no ha brillado, precisamente, en nuestras comunidades, por eso, es momento de vivir una verdadera conversión misionera. Dice el Papa: “La salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia. En esta línea, los Obispos latinoamericanos afirmaron que ya «no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos» y que hace falta pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera». Esta tarea sigue siendo la fuente de las mayores alegrías para la Iglesia: «Habrá más gozo en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse» (Lc 15,7)” (EG, 15).

  Estamos llamados a renovar y vivificar el espíritu misionero en la Iglesia y en cada uno de nuestros corazones, y esto sólo será posible en el encuentro con Cristo, un encuentro vivo y transformante, ese Cristo que es contemporáneos nuestro, que nos muestra el amor del Padre que transforma el corazón del hombre y del mundo. El encuentro con el Señor nos hará salir de nosotros mismo con renovada pasión, con audacia, confiados en su gracia y abiertos a su voluntad.

   Me gustaría, y así lo pido a Dios, que la Iglesia que camina en Getafe sea una Iglesia misionera, abierta a la voz del Espíritu, abierta también a las necesidades de los hombres, nuestros hermanos. Una Iglesia que no se encierra en nuestras fronteras, sino que se abre a la catolicidad, dispuesta siempre a salir a cualquier lugar del mundo a anunciar a Jesucristo.

   No quiero dejar de recordar con agradecimiento y cariño a tantos hijos de esta diócesis que viven y trabajan en lugares de misión lejos de aquí, a los sacerdotes, consagrados y laicos. Qué Dios os lo pague y haga fructificar todo lo que dais cada día.

   Confiemos a María, nuestra Madre, la misión de la Iglesia. La Virgen, unida a su Hijo desde la encarnación, se puso en movimiento, participó totalmente en la misión de Jesús, misión que a los pies de la cruz se convirtió también en su propia misión: colaborar como Madre de la Iglesia que en el Espíritu y en la fe engendra nuevos hijos e hijas de Dios” (Mensaje del Papa Francisco para el Domund 2019).

   Con mi afecto y bendición.


                        + Ginés, Obispo de Getafe

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