LA MISIÓN EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA
Con motivo del DOMUND 2020
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
El profeta Isaías, en el Antiguo Testamento, nos cuenta su vocación. El
Señor Dios le interpela: “¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por mí?”, a lo que él
contesta: “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8).
Esta experiencia que conocemos de labios del profeta se convierte en una
imagen, en un ejemplo de toda llamada, incluso de la vocación de la Iglesia. Me
permito entresacar de este texto algunos elementos para nuestra consideración:
Isaías nos pone en el escenario de su historia, personal y social. La
llamada de Dios siempre se da en un momento y en unas circunstancias
históricas. Dios llama en nuestra existencia personal, no llama al ideal de
persona sino a esta persona concreta.
El llamado, como le ocurre al profeta, siente la confusión y la
indignidad ante la llamada de Dios. Hay una desproporción inmensa entre la
llamada y la repuesta, solo se puede responder desde la conciencia de la propia
debilidad, pero sostenido en la confianza de la gracia.
Por último, la llamada siempre es una interpelación. Dios nos saca de
nuestra zona de confort para llevarnos a la aventura de la existencia humana
tocada por la voluntad de Dios de salvar a todos los hombres.
Al celebrar un año más la jornada de las misiones, el DOMUND, es bueno
hacer memoria que la misión forma parte de la vida cristiana y está en el
corazón de la Iglesia. La Iglesia existe para la misión. La Iglesia es
misionera en su esencia, por eso las palabras del profeta Isaías que sirven
como lema este año para el DOMUND, nos invitan a abrirnos, a la disponibilidad.
Ante la llamada de Dios solo podemos responder con generosidad, cada uno desde
su situación, lugar o posibilidad. Se comienza siendo misionero en el corazón,
después cada uno lo vive como Dios le pide. Por esto, cada día podemos
preguntarnos para que no se apague en nosotros la llama misionera: ¿qué me pide
Dios?
El lema escogido por el Papa Francisco para el DOMUND de este año recoge
las palabras de la profecía de Isaías que hemos citado ya: “Aquí estoy, envíame”.
Es la confirmación inspirado en la Palabra de Dios de la visión de una Iglesia
en salida, porque la Iglesia solo puede ser misionera, o no tendría razón de
ser. El mismo Francisco en su mensaje para esta Jornada misionera nos explica
el sentido de ese espíritu misionero de salida que quiere llegar a todos:
Este año celebramos el DOMUND en medio de la situación que ha creado la
pandemia del Covid-19. Un tiempo difícil pero que podemos hacerlo también
oportunidad de conversión y crecimiento, haciendo de la dificultad, posibilidad.
Es buen momento para la creatividad y la imaginación, siempre vivido en oración
y en generosidad. Es buen momento para salir de nosotros mismos y buscar a Dios
que está en el hermano, especialmente en el más pobre y necesitado, momento
para ensanchar el corazón que nos haga, con la gracia de Dios, pasar del temor
a la generosidad que nos haga recobrar la alegría y la esperanza del Evangelio.
Es el modo de ser misioneros en nuestro ambiente y ayudar a los demás.
Las misiones y los misioneros siguen necesitando de nuestra oración,
afecto y ayuda material. Ellos viven permanentemente en la situación de crisis
que vivimos nosotros ahora. Ojalá que no caigamos en la tentación que denuncia
el Papa en su última Encíclica, Fratelli tutti, “Nos acostumbramos a mirar para
el costado, a pasar de lado, a ignorar las situaciones hasta que estas nos
golpean directamente” (n. 65).
Quiero reiterar mi agradecimiento a todos los misioneros que entregan su
vida por el Evangelio en cualquier lugar del mundo, al tiempo que los
encomendamos a la intercesión de la Virgen María, Estrella de la
Evangelización.
Con mi afecto y bendición.
+ Ginés, Obispo de Getafe
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