Queridos Amigos:
Espero que estéis bien, yo desde
luego lo estoy. Siempre fortalecido por vuestra amistad y oraciones, me siento
muy apoyado. Vuestras muestras de cercanía y apoyo en la distancia, y las
relaciones que voy tejiendo con la gente aquí, hacen que esto se esté
convirtiendo en mi hogar.
Algunos me habéis preguntado
acerca del conflicto en el norte del país, en Tigray. Sé poco más de lo que se
puede saber por las noticias: atentados, masacres, represalias, decenas de
miles de refugiados hacia Sudán y cortes en los suministros, comunicaciones y
transportes. La red sanitaria está quebrada y los organismos de cooperación y
de emergencia humanitaria lo tienen difícil para acceder a la zona y atender a
la población. No conozco a nadie en esa parte del país, a unos 900 km al norte
de aquí, y en esta zona de Lagarba la gente apenas habla de ello. Aunque aquí
gozamos de una paz estable, uno no puede dejar de pensar en lo que está
sucediendo en Tigray, y orar por la paz. Desde luego las guerras son obra del
demonio, que siembra en algunos gobernantes y grupos; avaricia y ansia de
poder, y eso causa que miles de personas sufran hambre, estén sin dinero o
medicamentos, y mueran o estén penando en el destierro. Lo menos que podemos
hacer es tener un corazón que se conmueva por el sufrimiento de tantas personas
que según el Evangelio, son nuestros hermanos. Os pido también a vosotros que
oréis por la paz en Etiopía, que es un país hermoso, lleno de riqueza humana,
con gran diversidad cultural, y un patrimonio espiritual de siglos. No es sólo
el país de hambrunas y desastres, es un pueblo con una gran historia y con
mucho futuro.
Mi gente de Lagarba, mis
agricultores, viven al día y su preocupación está ahora en qué van a comer el
resto del año. Como os dije en el último mensaje, hubo una plaga de langostas
que consumió gran parte de los cultivos. La trilla del grano fue a finales de
diciembre y hasta entonces no se pudieron cuantificar las pérdidas, ahora ya lo
sabemos con bastante precisión. Si una familia, por ejemplo, solía cosechar de
sus tierras unos 800 kilos de grano para guardar para todo el año, este año,
por la langosta, apenas han obtenido 100 kilos de su cosecha. Estamos a
mediados de febrero y ya hay familias que están terminando de consumir lo poco
que quedó tras la plaga. Algunos jóvenes se han ido a buscar trabajo en Dire
Dawa o en otros sitios de la región, porque aquí la oferta de trabajo no es
suficiente en estas circunstancias. Con todo, hay que decir que no veo a nadie
angustiado por ello, y nadie ha perdido la sonrisa por ello. Por mi parte,
estoy preparado para aliviar en estos próximos meses a las familias y a los más
pobres, ya sea creando trabajo temporal, o por medio de pequeños préstamos o
donaciones, según los casos. Como sacerdote y misionero, mi mayor servicio y
privilegio es vivir, permanecer aquí con ellos, también en este año de
estrechez y carestía y ser un hombre de esperanza. Incluso para atender sus
necesidades materiales, va todo muy unido: conocerlos bien, conocer su red
familiar y su situación de salud, visitarlos en sus casas, saber lo que tienen
y de lo que carecen detectar quiénes son verdaderamente necesitados, aunque no
lo pidan, porque a veces los que más lo necesitan no piden, mientras que otros
pueden tener más picaresca que necesidad real. Es una satisfacción especial
precisamente darles una ayuda o una solución antes de que la pidan, pues es
anticiparse a su petición y ahorrarles la dificultad de tener que pedir.
Acordarse de ellos sin que tengan que volver, a veces es parte de la misión.
Hasta ahora he repartido muchas ayudas a muchas familias, pero siempre es con
una finalidad educativa y vivo en ese difícil equilibrio entre ser generoso y
compasivo, pero también exigente y poniendo límites. Como padre, nunca rechazas
a tus hijos, les quieres dar todo lo necesario y regalar más allá de lo
necesario, pero quieres también que aprendan a volar y que no se queden en lo
superficial, en lo cómodo o en lo fácil, porque la vida sigue y no todo va a
ser fácil y agradable. Quieres preparar a tus hijos para desafíos mayores.
A Dhebiti sigo yendo una de cada
dos semanas desde que asumí la responsabilidad de esa misión en septiembre.
Aunque la casa parroquial está en peores condiciones que la de aquí en Lagarba,
no le hago ascos a nada, y me siento igual de a gusto en las dos. Todo el
revuelo que hubo se calmó y estoy en buena relación con los jefes del Kebele.
Es posible que incluso en los próximos meses les ayude a reparar un tramo de
carretera de unos 4 kilómetros, que conecta Dhebiti con Hara, el pueblo donde
se obtienen productos básicos. Eso indudablemente favorecería el abastecimiento
y desarrollo de la zona, y me lo hacen saber con insistencia, que estarían muy
agradecidos si les puedo ayudar en eso.
Dos de los chicos que fueron
encarcelados allí en noviembre se llaman Birhanu Mikael y su mujer Fami Yusuf.
Ya os dije que el motivo de su encarcelamiento fue su conversión (retorno en el
caso de él) del islam a la fe cristiana. Birhanu, aparte de haber defendido su
fe con admirable fortaleza en esos 4 días de encarcelamiento, maltratos y
amenazas, es un hombre joven interesante, algo así como un artista con ideales
y escaso sentido del ahorro. Hace un par de años vendió el único buey que
poseía su familia para ir a Addis Abeba y grabar un disco en un estudio y
volvió a casa con las manos vacías, habiendo gastado todo ese dinero. Sus
canciones en lengua oromo, de contenido simple y romántico, las escuchan muchos
jóvenes de la zona en sus radios con tarjeta SD. Tiene una voz agradable y
dicen que sus canciones gustan mucho y que también ha compuesto algunas
canciones de Iglesia. Aunque ha ganado cierta fama por ello, eso no quita que
son la familia más pobre de Dhebiti. Además de su mujer, vive con sus padres Mikael
y AskaleMariam, y con sus hermanos pequeños Atsede- una chica de 15 años con
una incapacidad física en la espalda que le impide caminar más allá de los
alrededores de la casa- y Amanuel y Nega, chicos de 13 y 8 años, que están
ahora en el orfanato de Harar hasta junio. El Padre tiene una salud muy deteriorada,
está mayor y no tiene fuerzas para trabajar. La madre se multiplica en las tareas,
pero no da mucho fruto si no hay un lugar digno donde hacer vida, o si no hay
gallinas o cabras u otro animal de cría que se pueda vender obteniendo algo de
beneficio.
Estoy muy contento, porque la
semana pasada les hemos terminado de hacer la casa de tejado de chapa, una casa
de tejado de chapa, una casa amplia donde ya están viviendo él y su mujer, y sus
padres y la hermana pequeña en la estancia contigua. Hubo que proporcionarles
todo hasta la madera y los clavos porque realmente no tienen nada. Además, próximamente
les vamos a comprar un buey para que puedan arar su pequeña tierra, en
colaboración con otros vecinos. Hace un par de meses pensé para mí, ya es hora
de que esta familia levante el vuelo y pueda vivir dignamente. Pues ya tienen
casa y en nada tendrán un buey, que para un agricultor es indispensable para
arar. Está por ver que sepan ahorrar y que su situación vaya prosperando, pero
de momento percibo que están muy agradecidos, incluso abrumados. Son parcos en
palabras pero sus miradas dicen mucho. Es para mí un honor poder canalizar
vuestras ayudas, empezando por las familias más pobres. Yo todo lo hago por la
fe, y para llegar a la fe y al testimonio y que la vida y el amor de Cristo crezca
en ellos de día en día, es lo que más deseo. La verdad, no sé cómo interpretan
ellos estas ayudas materiales. Yo sé que tengo que hacerlo y luego su camino
interior y sus lazos de afecto con la comunidad cristiana, su entrega y
servicio a la comunidad en general, dependerá de ellos. Supongo que es como
cuando están dando la vida por tus hijos, educándoles, luchando para
proporcionarles lo necesario y luego la gratitud, o será una respuesta
completamente libre, o no será nada, y la vida también les pondrá en su sitio.
Por parte del padre, madre, educador, misionero…se requiere entrega y hacer lo
que a uno Dios le pide y lo que las circunstancias lo reclaman, sin inquietarse
por las idas y venidas de los hijos, sus traiciones o infidelidades, su olvido,
su mayor o menor gratitud, porque con Cristo siempre se puede volver a empezar
y retornar el camino. Siempre hay un “ahora nos renovamos” y la relación con
los otros se purifica y profundiza. He de confesaros que en 3 años y medio que
llevo aquí nadie se ha hecho cristiano en relación a mi presencia, ni veo que
la asistencia a Misa los domingos haya aumentado desde entonces. Eso es bueno,
porque desafía mis pretensiones iniciales o lo que uno imagina que es la vida
de misionero y lo que realmente marca la vida son los tiempos de Dios y el
profundo respeto al camino de cada uno. Yo estoy aquí para cuidar de un pueblo,
acompañarlo y los resultados no dependen de mí. Podemos animar, invitar,
exhortar y hasta ser vehemente, todo por amor, pero nunca debemos soltar la
esperanza en el Dios que cumple la promesa de felicidad, y nuestra vida con los
otros ha de reflejar su amor incondicional. Aunque yo quisiera que mi pueblo
cristiano diera más muestras de religiosidad, de recepción y frecuencia de
sacramentos, de discurso y testimonio audaz, el mismo Cristo nos enseña que no
todo se cifra en manifestaciones externas, lo importante es la certeza
interior, la conciencia de por qué hacemos las cosas, y dónde está realmente
nuestro tesoro y nuestro corazón. Si yo estoy lleno de Dios, si estoy cierto de
su Presencia y de que Él actúa, eso llegará a mi pueblo aun sin palabras. Como
decía San Francisco de Asís a sus hermanos: “Id a los pueblos a predicar y si
fuere necesario, usad las palabras”. No hay mayor testimonio que la vida, los
discursos no son tan necesarios.
Hay un par de historias más que
querría contaros, pero se haría demasiado largo este mensaje. Lo dejo aquí de
momento y os comparto el enlace de una página web sobre mi misión en Etiopía.
La ha hecho mi hermana María que vive en California con su marido y sus dos
hijos, y que en los últimos meses ha sentido un interés muy grande por esta
misión y un deseo de darla a conocer. Está en inglés, o sea que os puede servir
para el aula a los que sois profes o para dar a conocer mi misión con personas
de otros países.
Gracias por todo, os llevo en el
corazón. Gracias al P. Borja que siempre pide por mí en las Misas. Un abrazo
grande y ánimo con todo.
P. Paul Schneider +
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