SER TESTIGOS DE LO QUE HEMOS VISTO Y OÍDO
Con motivo del DOMUND 2021
La Iglesia por naturaleza es misionera.
Jesús Resucitado envía a sus discípulos con el mandato: “Id, pues, y haced
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y el Hijo
y del Espíritu Santo” (Mt 28,19). Desde ese momento los discípulos de todos los
tiempos se han sentido llamados a la misión de anunciar el Evangelio. La
historia de la Iglesia es una historia de misión, cada etapa de su camino nos
habla de la audacia de aquellos que anunciaron el Evangelio, aun a costa de su
vida.
El domingo de la propagación de la fe, el DOMUND, es el recordatorio
cada año de este mandato misionero, al tiempo que despierta nuestra conciencia
de que todos somos misioneros. La misión es llamada universal para los
seguidores de Cristo, no es vocación para unos pocos, es para todo bautizado,
unos lo serán en países lejanos, otros en su casa; unos misioneros con el
anuncio del Evangelio, otros con la oración, y hasta con la ayuda material para
sostener a las iglesias más necesitadas.
Este año el Papa nos propone como lema de la jornada misionera unas
palabras del libro de los Hechos de los Apóstoles: “No podemos dejar de hablar
de lo que hemos visto y oído” (Hech 4,2). Junto al lema, como viene siendo
habitual, el Santo Padre nos dirige un mensaje que os invito a leer despacio y
a meditar. Merece la pena.
La fe cristiana es un encuentro con Cristo que cambia la vida; después
de conocer al Señor nadie puede permanecer indiferente. Conocer a Jesús es
conocer el amor que Dios nos tiene, el amor de Dios se ha manifestado en que ha
enviado a su Hijo para que el mundo se salve por Él (cfr. Jun 3, 16-21); pero
además de cambiarnos la vida, de llenarla de esperanza y de sentido, el amor de
Dios nos lleva a anunciar y compartir “lo que hemos visto y oído”. El que
conoce a Cristo no se lo puede guardar para sí, no lo puede callar, sino que lo
anuncia a todos, para que todos compartan la alegría del tesoro que se ha
encontrado, de la perla que se nos ha regalado (cfr. Mt 13,44-46).
Nos recuerda Francisco en su mensaje: “El amor siempre está en movimiento
y nos pone en movimiento”. Un cristiano no puede ser alguien que espera “verlas
pasar”, sino un hombre o mujer que sale a los cruces de los caminos para
anunciar la salvación de Dios para todos los hombres. Así, desde este amor,
podemos entender a aquellos que han dejado casa, padres y hermanos, para
anunciar el Reino; se han despojado de lo que siendo importante no era lo
importante. A los misioneros no se les puede entender sino desde el amor de
Dios que los saca de sí para llevarlos a los demás, para cruzar todo el mundo
si es necesario, para dejarse la vida, porque solo el que pierde su vida la
encontrará.
Dice el Papa que “ponerse en estado de misión es un efecto del
agradecimiento”, por eso las dificultades no son un inconveniente, sino una
oportunidad. Viven en la pobreza, pero están alegres, no tienen casi nada, pero
son felices. Cuando hemos conocido historias de misioneros siempre nos han
impresionado sus aventuras, sus privaciones, las dificultades, incluso el
rechazo de aquellos a los que han ido a servir, muchos se han dejado la vida en
la misión, pero su imagen es la de hombres y mujeres alegres y entregados. El
secreto de su felicidad es, sencillamente, que están viviendo su vocación, que
han respondido al amor con su entrega.
Nuestra diócesis que celebra ahora 30 años de su nacimiento, nació con
una gran vocación misionera, misionera aquí y misionera en todos los lugares de
la tierra. Son muchos los sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados y
laicos de nuestra diócesis que viven la misión repartidos en todos los
continentes. Son la presencia de la diócesis de Getafe en aquellos países.
Estoy convencido que, si somos generosos con los demás, el Señor lo será con
nosotros. Me gustaría escribir sus nombres en esta carta, pero sobre todo me
gustaría que estuvieran escritos en nuestro corazón para rezar por ellos y
ayudarles en su misión.
Agradezco a la Delegación diocesana de misiones su trabajo y dedicación,
al tiempo que los animo a ayudarnos a renovar nuestra conciencia misionera.
Os invito a todos a rezar y ayudar materialmente a las misiones.
Dejémonos tocar por el testimonio de vida de nuestros misioneros para sentirnos
también nosotros misioneros.
“Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los
bautizados el deseo de ser sal y luz de nuestras tierras" (cfr. Mt
5,13-14).
Con mi afecto y bendición.
+ Ginés, Obispo de Getafe
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