La Delegación de Juventud de la Diócesis de Getafe organiza todos los veranos una actividad misionera enfocada a los jóvenes, para ahondar en la misión "ad gentes". De 2006 a 2008, tuvo lugar en San Pedro Sula (Honduras); de 2009 a 2011 en Camaná (Perú); y el año pasado en Villarrica (Chile), donde los jóvenes esperan poder volver este año.
Llamados a hacer resplandecer la Palabra de la verdad", jóvenes de la Diócesis de Getafe se preparan para repetir este verano la experiencia misionera.
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Pablo, sacerdote misionero |
El obispo de Getafe, Mons. Joaquín López de Andújar, conoce la pobreza que hay allí y algunos sacerdotes de su diócesis están entregados a evangelizar en territorios de misión. Hace apenas unas semanas, uno de estos sacerdotes diocesanos, Pablo Fernández-Martos partió para Villarrica, donde, junto al obispo de la diócesis, Mons. Francisco Javier Stegmeier, acogerá a los jóvenes que se desplacen este año. Pablo nos ha dicho que "la impresión que dejaron los misioneros el año pasado fue buenísima" y nos explica: "La misión consistió básicamente en predicar... Fueron a colegios diocesanos y también puerta por puerta por barriadas de las afueras de Villarrica y en alguna comunidad rural. Ofrecieron un testimonio estupendo, de jóvenes comprometidos y sin otro deseo que dar a conocer a Jesucristo”
El sacerdote que hará de anfitrión este año dice que, en la zona de Villarrica, "no hay las barriadas tremendas de Buenos Aires o Bogotá o las favelas brasileñas, pero igualmente hay mucha sed de Dios y necesidad de oír el Evangelio, porque, además, en esas zonas los evangélicos se están extendiendo a gran velocidad". En este contexto, los organizadores ponen la base de la misión en "la oración diaria y la vida de los sacramentos, la Virgen y la entrega al Señor a favor de la Iglesia en un apostolado incansable".
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Jóvenes Misioneros |
Patricia, una educadora y estudiante de Bellas Artes de 24 años que estuvo el año pasado en Villarrica, y que cree que los hombres tienen un "tatuaje en el corazón" que les hace buscar a Dios estén donde estén, porque este es un "anhelo universal". Desde que Patricia iba a los campamentos con la Delegación de Juventud de Getafe, notaba que las montañas se le quedaban "pequeñas", y experimentaba que quería "proclamar el Evangelio y lo que has descubierto a los cuatro mares". Así fue como se decidió a "atravesar uno de los mares", y vivir un mes de experiencia misionera, y así es como espera este año poder ir a Calcuta, dispuesta a llegar a donde el Señor la lleve a comunicar "lo que otros me han contado y hacer real la posibilidad de una esperanza cierta".
Patricia nos ha contado cómo fue su experiencia en Villarica: "Me llegó bastante y me dio nuevas fuerzas para creer y para esperarlo todo. Cuando te acoge gente materialmente más pobre que tú, te das cuenta de cuántas son las cosas vanas que nos sobran y de lo fácil que es compartir para llevar una vida digna y sencilla. En este proyecto de Chile pudimos tocar la pobreza espiritual. Aún hay muchos lugares de la Tierra donde los sacramentos no llegan tan fácilmente porque no hay sacerdotes, o donde la Palabra de Dios aún no ha llegado, y en este caso veo el lote hermoso y la herencia que me ha tocado, la cual he de compartir".
El trabajo en la misión no consistió en hacer "grandes heroicidades". Según Patricia, se entregaron "mediante encuentros y excursiones con los jóvenes, campamentos y catequesis para los niños de zonas desfavorecidas, visitas a las cárceles y a residencias, a los colegios, donde dimos testimonio, ayudando a los sacerdotes en las celebraciones.
Como dice Eduardo, uno de los tres seminaristas misioneros que estuvo en Villarrica en 2012, aunque en verano puede que a muchos les apetezca irse a la misión, "es necesario fijar antes el horizonte y las motivaciones de cada uno". Por eso, suele ser una buena señal "cuando alguien renuncia a su tiempo (a lo largo del curso) de cara a preparar la Misión". Patricia cree que se es misionero "todos los días" y que desde España se puede ayudar a la misión: "No hace falta estar forrado, compartir tu tiempo con los que están solos ya es limosna". Además, si bien es verdad que "el trabajo y el estudio del día a día restan tiempo para otras cosas, se puede compaginar todo y proponerse metas reales, como un pequeño compromiso al mes con los desfavorecidos, o ayudar en tu parroquia".
A Patricia le gustaría "quitar miedos y tapones de los oídos, porque el ruido de nuestros países desarrollados no nos deja muchas veces manifestar este germen misionero" y anima "a todos a descubrir cuál es su rincón misionero, su lugar concreto donde darse”.
Pinchar: http://www.omp.es/OMP/publicaciones/revistasupergesto/2013supergesto/mayo13/jovenesmisioneros.htm
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