"Que la Iglesia de América Latina y el Caribe, a través de la misión continental, anuncie con ímpetu y entusiasmo renovado el Evangelio".
Esta es la intención misionera o por la evangelización 
   que propone el Papa Francisco para este mes de julio.
En la 
   misa de canonización del beato Junípero Serra, en Washington, el 
   Papa Francisco en su homilía recordaba a este ejemplo de misionero, 
   lleno de ese ímpetu y entusiasmo por el Evangelio:
“Hoy 
   estamos aquí, podemos estar aquí, porque hubo muchos que se animaron 
   a responder esta llamada, muchos que creyeron que «la vida se 
   acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad» 
   (Documento de Aparecida, 360). Somos hijos de la audacia misionera 
   de tantos que prefirieron no encerrarse «en las estructuras que nos 
   dan una falsa contención… en las costumbres donde nos sentimos 
   tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta» (Evangelii 
   gaudium, 49). Somos deudores de una tradición, de una cadena de 
   testigos que han hecho posible que la Buena Nueva del Evangelio siga 
   siendo generación tras generación Nueva y Buena.
Y hoy 
   recordamos a uno de esos testigos que supo testimoniar en estas 
   tierras la alegría del Evangelio, Fray Junípero Serra. Supo vivir lo 
   que es «la Iglesia en salida», esta Iglesia que sabe salir e ir por 
   los caminos, para compartir la ternura reconciliadora de Dios. Supo 
   dejar su tierra, sus costumbres, se animó a abrir caminos, supo 
   salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y 
   peculiaridades. Aprendió a gestar y a acompañar la vida de Dios en 
   los rostros de los que iba encontrando haciéndolos sus hermanos. 
   Junípero buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, 
   protegiéndola de cuantos la habían abusado. Abusos que hoy nos 
   siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan 
   en la vida de tantos.
Tuvo un 
   lema que inspiró sus pasos y plasmó su vida: supo decir, pero sobre 
   todo supo vivir diciendo: «siempre adelante». Esta fue la forma que 
   Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio, para que no 
   se le anestesiara el corazón. Fue siempre adelante, porque el Señor 
   espera; siempre adelante, porque el hermano espera; siempre 
   adelante, por todo lo que aún le quedaba por vivir; fue siempre 
   adelante. Que, como él ayer, hoy nosotros podamos decir: «siempre 
   adelante»”.

















































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